Una tragedia más, que enluta a familias venezolanas ha ocurrido en Güiria, municipio Valdez del estado Sucre.
El
suceso inmediatamente nos crispa a todos, pero a la vez, se vuelve un
hecho político, pues dos voceros subalternos de Juan Guaidó, la abogada
Rocío Sanmiguel y David Smolansky, disparan su artillería mediática,
para nuevamente lanzar estímulos e incitar, una vez más el odio que nos
lleve a una guerra civil, escenario que hace años busca ser pretexto
para una intervención militar yanky.
Ambos
operadores (Sanmiguel y Smolansky) son asesores militares del fascismo
criollo, que en este diciembre 2020 se encuentran ya heridos de muerte
política y como cualquier bestia herida, lanzan ataques, ya no para
intentar sobrevivir, pues saben que les quedan pocos días de vida
política, sino postreros intentos de generar el caos de la guerra.
El
naufragio de esta embarcación, sobrecargada de seres humanos, cuatro
niños, por lo menos, en una ruta mortal: costas fronterizas del estado
Sucre a costas fronterizas del país vecino Trinidad-Tobago, coloca en el
escenario, uno de los asuntos, sobre los cuales, el gobierno y la
Revolución Bolivariana tienen una impresionante y prolongada ausencia de
políticas públicas, que ha convertido a las fronteras venezolanas en
fronteras mortales, controladas por la delincuencia internacional,
desatada por el imperio estadounidense.
Hablando
sobre la península de Paria que nos separa unas siete millas náuticas
de Trinidad, de aguas turbias y salobres, endulzadas por nuestro
Soberbio Orinoco, tenemos el municipio Valdez, de alcaldes pintorescos,
pues por costumbre, emplean en sus discursos frases en idioma Creole, el
lenguaje papiamento de la integración caribeña.
Hasta
hace pocos años, un vistoso y elegante "ferry boat", con un vistoso
letrero rojo "TI-TI" (así le llaman al dólar trinitario), sobre el color
blanco de la embarcación, surcaba las encrespadas aguas que separan la
ciudad de Guiria con la capitalina ciudad de Puerto España, año 2005,
pleno gobierno de Chávez, que logra la apertura de un corredor marítimo,
para el tránsito seguro de bienes y personas...la iniciativa fue de
Venezuela e inició el descongelamiento de las relaciones entre ambos
países.
Ah, del lado
venezolano, una bonita gran lancha, con capacidad para doscientos
pasajeros, de manufactura rusa, de las usadas por turistas en el río
Niezva de Moscú, con techo transparente, llevaba sol y agua de lluvia en
el puerto de Guiria, a la espera de la solución de un conflicto
burocrático de intereses bi-nacionales, que se arreglan con diálogo y no
con guerra.
Los
venezolanos pragmaticamente y bajo alegatos fundamentados en las leyes
venezolanas, no permitían acceso de vehículos al ferry con placa
venezolana, pues en Venezuela, el conductor tripula el automotor del
lado izquierdo, en tanto que en Trinidad-Tobago, lo debe hacer del lado
derecho (modo inglés).
Por su parte, las rigurosas
empresas aseguradoras inglesas, exigían a los pobres tributarios el pago
de un seguro adicional, si decidían viajar en el ferry y desembarcar en
Venezuela...odioso capitalismo.
Entre tanto fluían y fluyen, centenares de pasajeros entre ambas costas, usando los peñeros como el que naufragó el 6D/2020.
Al
final, por orden de su majestad británica, la misma que quiere robarse
el oro venezolano depositado en un banco de Londres, Trinidad-Tobago,
pospuso para fecha posterior la apertura de ésta ruta marítima, bajo
amparo jurídico de ambos países, para proteger a sus ciudadanos.
Centenares
de personas hacen ese viaje, todos los días del año, en razón del
intercambio normal típico de cualquier frontera del mundo.
¿Porqué crisparse ante ésta infausta tragedia?
¿Porqué darle un giro político catastrófico?
Hasta
por el detalle de que el primer comunicado oficial del gobierno
bolivariano, no incluyera el debido pésame a familias y deudos, por los
fallecidos.
Es necesario
bajarle la presión a éste suceso. Ah, Rocío, sobre todo tú, que fuiste
consultora jurídica del Consejo Nacional de Fronteras y conociste y
participaste en el esfuerzo de formalizar, legalizar y amparar a los
venezolanos que participan en la realidad de los cruces fronterizos, con
los catorce países que nos rodean, sobretodo, países caribeños, cuyos
pueblos, al igual que el venezolano sufren y les imponen el capitalismo
más salvaje, donde la vida humana no vale.
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